5.25.2008

Artículo: Las Carocas de Granada

Las Carocas es una fiesta ligada de forma intrínseca a su vez a la fiesta de El Corpus. Y tiene un lugar ya eterno dentro de la geografía de Granada donde se lleva a cabo, que es en plaza Bib-rambla. Desconozco el origen de esta fiesta, pero todos los años aplaudo su existencia. El cometido de esta es la de plasmar gráficamente temas humorísticos relacionados con Granada, estos dibujos a su vez llevan a modo de pie de foto una quintilla. Las quintillas son escritas y enviadas a concurso por los propios ciudadanos, todos los años pruebo suerte, pero no hay forma de que seleccionen una mía. Es un tema que tengo pendiente, no me puedo morir sin ver una quintilla mía expuesta. Los dibujos corren a cargo del dibujante granadino Ozeluí, conocido más que de sobra por ser un colaborador habitual dentro de la revista El Jueves. Como todos los años, me pase a verlas y a reírme de las ocurrencias de los granadinos y el excelente acierto que sigue mostrando Ozeluí para dibujar las quintillas seleccionadas. Estando hoy allí bajo la lluvia las retrate una a una, os dejo algunas de las más divertidas. Si no alcanzáis a leer la quintilla hacer click sobre la imagen para ampliarlas.




5.20.2008

Perlas de sabiduría: Hugh Laurie


"Imagínate que tienes que romperle el brazo a alguien.
El derecho o el izquierdo, da lo mismo. La cuestión es que tienes que rompérselo, porque si no lo haces... bueno, eso tampoco importa mucho. Digamos que ocurrirán cosas peores si no lo haces.
Mi pregunta es la siguiente: ¿le rompes el brazo de prisa —crac, vaya, lo siento, deje que lo ayude con este cabestrillo de emergencia— o alargas todo el proceso durante sus buenos ocho minutos y vas aumentando la presión poquito a poco, hasta que el dolor se convierte en algo rojo y verde y caliente y frío y, en su conjunto, absolutamente insoportable?
Pues eso. Por supuesto. Lo correcto, la única opción correcta, es acabar cuanto antes. Rompe el brazo, sírvele una copa, sé un buen ciudadano. No hay otra respuesta.
A menos...
A menos, a menos, a menos...
¿Qué pasa si odias al tipo que está al otro extremo del brazo? Me refiero a que lo odias de verdad.
Esto era algo que ahora debía tener en cuenta.
Digo ahora refiriéndome a entonces, al momento que describo; el momento fraccionado, tan condenadamente fraccionado, antes de que mi muñeca toque mi nuca y mi húmero izquierdo se parta al menos en dos —o probablemente más trozos chapuceramente unidos.
Verás, el brazo en cuestión es el mío. No es un brazo abstracto, un brazo filosófico. El hueso, la piel, el vello, la pequeña cicatriz blanca en el codo, recuerdo de una esquina del radiador de la escuela primaria Gateshill, todo es mío. Ahora es el momento en que debo considerar la posibilidad de que el hombre que está detrás de mí, que me sujeta la muñeca y la sube a lo largo de la columna con un cuidado casi sexual, me odia. Me refiero a que me odia de verdad, y mucho.
Está tardando una eternidad."

Una noche de perros, de Hugh Laurie

5.14.2008

Música: Broken Hearts, de Axel Rudy Pell

El amigo Axel vuelve a ser invitado para deleitarnos otro rato, en esta ocasión con su tema “Broken Hearts” en instrumental. Os dejo con él…



Azhaag

5.13.2008

Poesía: Quién sabe, de Mario Benedetti


¿Te importaría mucho que dios exista?
¿Te importaría que una nebulosa te dibuje tu destino?
¿Qué tus oraciones carezcan de interlocutor?
¿Qué el gran hacedor pueda ser el gran injusto?
¿Qué los torturadores sean hijos de dios?
¿Qué haya que amar a dios sobre todas las cosas y no
sobre todos los prójimos y prójimas?
¿Has pensado que amar al dios intangible suele
Producir un tangible sufrimiento y que amar a un
palpable cuerpo de muchacha produce un cambio
un placer casi infinito?
¿Acaso creer en dios te borra del humano placer?
¿Habrá dios sentido placer cuando invento a Eva?
¿Habrá Adán sentido placer cuando invento a dios?
¿Acaso dios te ayuda cuando tu cuerpo sufre?
¿o no es siquiera una confiable anestesia?
¿Te importa mucho que dios exista? ¿o no?
¿Su no existencia seria para ti una catástrofe más
terrible que la muerte pura y dura?
¿Te importaría si te enteras que dios existe pero
esta inmerso en el centro de la nada?
¿Te importaría que desde el centro de la nada se
ignore todo y en consecuencia nada cuente?
¿Te importaría la presunción de que si bien tu
existes, dios quien sabe?

Mario Benedetti

5.06.2008

Artículo: El aleteo de una mariposa


“El boxeo es el gran desafió. No hay nada que se
pueda comparar a probarte a ti mismo del modo
en que lo haces cuando te subes a un ring.
Con la vida enfrente de ti y los guantes listos.”

Sugar Ray Leonard

Los gimnasios, más allá de esos locales donde el aire huele a sudor, y se oyen quejidos lastimeros producidos por el esfuerzo de levantar hierros desde que se abren hasta que se cierran sus puertas, pueden ser un lugar interesante donde escuchar buenas historias.
Esta la escuche hace tiempo, mientras sentado a poca distancia de dos hombres que hablaban, me limitaba a vendarme las manos. Las palabras que despertaron mi instinto de cazador o de maruja, y me empujaron a pegar oreja a la conversación mantenida por aquellos dos amigos, fueron “la teoría del caos”. Escuchar a una montaña de músculos, como era aquel hombre, hablar de conceptos matemáticos en aquel lugar, donde los golpes a las guantillas explosionaban en el aire y el siseo de la comba era la música eterna que sonaba, se me hizo muy raro. Un concepto tan mental en un lugar tan físico. Los tópicos son los tópicos, y que mayor topicazo que el que eso de men sana in corpore sano es un imposible, si tienes abdominales, no tienes cerebro. Y a la inversa, si eres un cerebrito lucirás posiblemente una barriguita que te dará de si las camisetas. Me hice el despistado y me acerque desde lejos a la conversación prestando mucha atención a cuanto decían.

-Plantéatelo así ¿Por qué practicamos boxeo? –le preguntó uno a otro.

-¿Para estar en forma y mantenernos sanos? –contestó el otro algo dubitativo.

El tipo movió la cabeza en signo de negación, y apurándose su bebida isotónica y tomando asiento, le preguntó.

-La teoría del caos, Sergio ¿Has oído hablar de ella?

-No…

-La teoría del caos establece que hay ciertos comportamientos o circunstancias del todo impredecibles, que pueden desencadenar reacciones de situaciones, en principio, muy simples. Una mariposa bate las alas en Europa y un tsunami barre las costas del sur de China –el amigo no perdía detalle de lo que le decía aquel hombre -. Practicamos boxeo, porque un día, tu vida dependerá de ello. Da igual los ambientes en que te muevas, no importa que rehuyas cualquier tipo de enfrentamiento con cualquier desconocido con ganas de camorra, el mundo tiene dientes, y en cualquier momento decidirá morderte.

El amigo sonrió ante lo escuchado.

-Pienso que se puede morir sin llegar nunca a pelearse con nadie, menos aun con alguien que realmente atente contra la vida de uno –dijo muy convencido.

-Te voy a contar una historia, tu historia. La historia de uno de tus múltiples futuros. Es sábado, hace un día cojonudo. La suficiente calor como para que las niñas jueguen en el parque sin cansarse demasiado ni preocuparse por una insolación, y la justa y necesaria para que la esposa de Sergio luzca hoy ese hermoso y fresquito escote en el que a Sergio le gusta perderse con la mirada de vez en cuando, cuando deja de mirar un segundo a sus dos niñas jugar. Sergio y su esposa deciden que por hoy esta bien, que lo idóneo para rematar este hermoso día seria irse a la terraza de algún bar a tomarse algo que tengo hielo y una rodaja de limón flotando en el vaso. Llama a sus niñas y les cuentan la idea, a una, a Celia, le parece genial. En cambio, a Rocío, la idea de dejar de jugar tan pronto le disgusta, y le dice a su padre que se queden jugando un poquito más. Sergio se muestra severo, y convenciendo a la niña, todos parten hacia el bar. Sin embargo, Sergio tiene un corazón que no le cabe en el pecho, y le duele ver la carita de pena de Rocío que ha visto como sus juegos se han visto interrumpidos. Por lo que le dice que solo un poquito más, que puede tirarse un par de veces más por el tobogán. Por lo que Sergio y su familia, en lugar de girar hacia la izquierda, en dirección al bar, tuercen hacia la derecha, hacia el tobogán. Una mariposa bate las alas en el momento en que se toma esa decisión tan ínfima. Una moto atraviesa a toda velocidad el parque, pasando casi al lado de Rocío, que se disponía a subirse al tobogán. No la roza por espacio de centímetros, sin embargo la niña cae al suelo violentamente. Sergio corre hacia ella, y tras levantarla del suelo, alcanza a los dos chavales que montan en la moto, los cuales se han parado en el otro lado de la acera, esperando el momento de incorporarse al tráfico. Sergio llega hasta ellos con la sangre hirviéndole y el corazón latiéndole fuertemente en las sienes, y sin perder las formas, les pide explicaciones. Casi arrolláis a mi niña, les dice. El que conduce la moto se baja de ella y se pone frente a él, desafiante. Tras apenas intercambiarse unas palabras y unas miradas, la tensión del momento hace que ambos lleguen a las manos. De manera torpe, golpes lanzados como martillazos, de forma salvaje. En un instante, Sergio alcanza al chaval con un golpe en la cara, y este, con el rostro marcado y la camisa punteada de gotas de sangre, saca una navaja de su bolsillo. La mujer de Sergio grita de horror, Sergio no. La cuchilla de la navaja se hunde en el pecho de él, acallando cualquier grito de este, y al segundo se desploma en el suelo. Los chavales de la moto desaparecen en un instante. La familia de Sergio acuden hasta él, pero él ya no esta ahí. Solo queda el cadáver de un hombre asesinado por una mala decisión. Por torcer a la derecha. El batir de las alas de una mariposa le ha partido el corazón a Sergio.

El narrador se calla un segundo dejándole un instante a Sergio y a sus pensamientos.

-Llegara un día, quizá mañana, tal vez dentro de veinte años, en que tu vida dependerá de ello. En que una decisión te amenazara con apartarte de la vida. No practicamos boxeo para perder peso, ni para mejorar físicamente. La gente juega al fútbol, al rugby, al baloncesto; nadie juega al boxeo. Somos gladiadores, ya no libramos nuestras batallas en la arena del coliseo, sino en la nueva selva que nos ha tocado habitar, una de asfalto. No perseguimos la gloria concedida por el público y el Cesar, el verdadero gladiador busca solamente sobrevivir. Que incluso girando a la derecha puedas esa misma noche acunar a tus hijas y contarles un cuento, o hacerle el amor a la mujer que quieres, y que te abraza por el miedo que ha sentido al ver como a su marido casi lo mata un desalmado con un cuchillo.

Ambos hombres se pusieron en pie, el narrador detrás del saco aguantándolo, y Sergio calzándose los guantes. Y yo allí, con las vendas aun por poner, joven, y con más preguntas que respuestas en mi cabeza, vi como aquel hombre embestía al saco con golpes precisos, disponiendo, ahora si, de un motivo por el cual poner el alma en cada puñetazo. Para que llegado el día, el aleteo de una mariposa no trunque su vida.

Azhaag