1.13.2008

Cuadernos de dibujo: Un petirrojo enjaulado

Nació en el lugar equivocado, era la conclusión a la que había llegado Daniel. Era una chica hermosa tanto en sus maneras y gestos como en lo que se intuía de ella bajo aquella tela que tapaba su rostro y su cuerpo.
Cuando se sentaron juntos por primera vez y comenzaron a charlar, de aquellos labios ocultos por la seda negra de sus ropajes salieron reflexiones e ideas que dejaron asombrado a Daniel. Al principio apenas eran titubeos, por miedo a que Daniel compartiera la religión y las costumbres de los hombres de su país, pero cuando ella se percató de que ante los ojos de Daniel la regla de limitar a la mujer a ser la sombra del hombre no era valida, el ambiente se tornó relajado para ella, y comenzó a hablar sin que el miedo cohibiera sus palabras. Era una de las pocas mujeres de aquella aldea perdida entre las dunas que aun no aceptada a ser solo un complemento del hombre, solo un añadido, y cuando podía, se mostraba libre ante aquel que no la juzgaba por ello.
La conversación entre ambos duro poco, ya que cuando entró el jefe de la tribu en la tienda, aquella mujer enmudeció ante la presencia de aquel hombre, y no levantó más la vista del suelo en presencia de este.
Más tarde, en la intimidad de su tienda, Daniel pensó en ella. Era como un hermoso petirrojo enjaulado. Las ataduras que marcaban su piel tenían su origen en el pretexto de un designio divino mal interpretado, de una religión arcaica plagada de ídolos de madera y ritos paganos que ordenaban reducir la vida de las mujeres por debajo de la de los hombres.
Las cuerdas que la ataban eran unas pesadas telas mojadas por la sangre de aquellas que intentaron sublevarse ante esta ley. Si rompía la regla, si intentaban vivir, el castigo era la muerte… Con ese pensamiento retumbando en su cabeza, acabó el dibujo y terminó por dormirse en aquella tierra de bárbaros.




Azhaag&Espeton

1 comentario:

Hibris. dijo...

Qué bien os ha quedado artistas :D
Muy bueno.
Y muy acertado el título...

Hibris